Si nos adentramos a estudiar los entresijos de la historia los reyes
de España descubriremos la presencia de curiosos personajes, algunos de los
cuales acabaron dementes. Encerrados en varios casos en mayestáticas torres de
palacios hoy fantasmales, estos príncipes y reyes cayeron en una especie de
maldición producida en el entorno de la corona. Es quizás la parte más oscura
de la historia de España y que se encuentra repleta de protagonistas en los que
los desequilibrios mentales fueron una de las características de sus
respectivas vidas. En unos casos este tipo de patologías se debían a la
continua mezcla de sangre entre miembros de las mismas familias, circunstancia
que ya en la época era vista por los propios médicos como cosas “poco sanas”.
Sin embargo, existen otros ejemplos en los que no está muy claro el porqué de
la fama que hizo al pueblo llano etiquetar a ciertos personajes de la nobleza o
la corona como locos, dementes o hechizados.
Todo empieza con Juana la Loca
Todos tenemos muy viva en la retina la imagen
de Juana la Loca (1479 – 1555), tercera hija de los Reyes Católicos y anterior
a la instauración en España de la dinastía de los Austrias, fue reina de
Castilla entre 1504 y 1555, heredando en 1516 el reino de Aragón. No obstante,
apenas desempeñó los cargos que aparentemente reflejaban sus títulos, ya que
los verdaderos soberanos fueron su esposo, Felipe I el Hermoso, su padre,
Fernando II, y su hijo Carlos, quien a la postre se convertiría en Carlos I, el
emperador Carlos V.
Nadie se pone de acuerdo, pero incluso en vida
su supuesta locura fue objeto de discusión entre las personas que la rodeaban.
Precisamente el hecho de que nunca estuviera ligada directamente al poder que
conlleva la corona se debía a este detalle. Su madre, Isabel I, mandó en 1504
como corregente de Castilla a su esposo Felipe II (el católico), para hacerse cargo
del gobierno de Castilla.
Loca o no por el amor que la entregaba a su
marido Felipe el Hermoso, de quien se dice que tampoco era tan hermoso, Juana
quedó distancia de toda actividad política en su residencia en Tordesillas,
Valladolid. Allí falleció el 11 de abril de 1555.
La cruel locura de Carlos de Austria
Destino similar sufriría el bisnieto de Juana,
el príncipe Carlos de Austria (1545-1563), hijo primogénito de Felipe II y
nacido en Valladolid como éste, que desde niño ya apuntaba maneras de enfermizo
y desequilibrado. Los documentos de la época mencionan que con apenas 20 años
tiró por la ventana a un paje que le había llevado la contraria. En otra
ocasión, también atacó con un cuchillo a varios ministros de su padre, estando
entre ellos el mismísimo duque de Alba. También se decía que casi mataba a los
caballos por la brutalidad con que los trataba y lo más insólito de todo, a un
zapatero que un día se presentó ante él con unas botas demasiado estrechas se
las hizo comer como castigo.
Lo más curioso de todo es que a pesar de estas
circunstancias, Felipe II todavía no se había planteado apartar a su hijo del
trono. Al contrario, como señala el prestigioso historiador Goffrey Parker,
todo parecía señalar que existía un afecto sincero hacia su heredero. Esto
quedó demostrado durante la convalecencia de don Carlos en Alcalá por
enfermedad, no separándose del pie de la cama el propio rey. Además, fue
precisamente en ese momento cuando, no sabemos quién estaría más loco de los
dos, Felipe II mandó a traer y meter en la cama de su hijo enfermo al cadáver
incorrupto de Fray Diego de Alcalá Para sanar al príncipe. El caso es que don
Carlos sanó e hicieron santo a Diego de Alcalá.
Las desavenencias entre padre e hijo
comenzaron cuando se rumoreó que existía una conjura para nombrar a don Carlos
señor independiente de los Países Bajos. Felipe II lo mandó a encerrar en
alcázar madrileño el 25 de enero de 1568. Los delirios del príncipe no tardaron
en multiplicarse. Finalmente falleció de inanición el 25 de julio de ese año. Y
contrariamente a lo que se esperaba, Felipe II nunca se perdonó lo que había
hecho con su primogénito.
La cólera incontrolada de Carlos II
Otro caso muy conocido es el del hijo de
Felipe IV y de Mariana de Austria, Carlos II (1661 1700), quién subió al trono
cuando solamente contaba con 4 años de edad. Los historiadores dicen del último
de los Habsburgos de la rama española, los Austrias, que durante toda su vida
fue una persona débil y enfermiza, poco dotada física y mentalmente,
circunstancia que no le impidieron tener cierta capacidad moral y sentido de lo
que suponía la gran responsabilidad de la realeza.
Afectado frecuentemente por ataques de cólera
y bastante testarudo, el problema más grande de su reinado fue su sucesión. Sus
continuas enfermedades, por las que era desangrado frecuentemente y cuidado con
remedios que hoy ponen los pelos de punta cualquiera, fueron el motivo
principal para que los nobles europeos buscaron una salida negociada a la
sucesión de este monarca incapaz de tener hijos. Todo ello fue la fuente de
inspiración de leyendas y habladurías sobre este monarca a quién se denominaba
el Hechizado, ya que no existía otra explicación racional a tal cantidad de
desgracias en una sola persona.
Finalmente se declaró heredero del trono de
España al duque de Anjou, que, a la postre se convertiría en Felipe V.
Autor original: Nacho Ares
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