La lluvia caía implacable sobre las calles empedradas de Valladolid aquella noche de marzo de 1578. En medio de la oscuridad y el silencio, el cuerpo sin vida de Juan de Escobedo yacía en un rincón sombrío. La ciudad parecía guardar sus secretos con la misma ferocidad con la que la tormenta ocultaba su rastro.
Juan de Escobedo, el secretario del influyente noble y político Juan de Austria, había sido asesinado brutalmente. Su cadáver revelaba señales de una lucha feroz, sus ropas desgarradas y su rostro contorsionado por el dolor. Pero lo que más intrigaba a los investigadores de la época era su implicación en la corte de Felipe II.
En 1576, Felipe II, el monarca español, confió a su
hermanastro Juan de Austria el gobierno de la tumultuosa región de Flandes. A
pesar de la significativa victoria en la batalla de Lepanto en 1571, Felipe,
bajo la influencia de su secretario Antonio Pérez, decidió enviar a otro
secretario de confianza, Juan de Escobedo, para supervisar los movimientos de
don Juan por temor a una posible traición. El rey tenía preocupaciones sobre la
posibilidad de que don Juan intentara establecer su propio reino en lugares
como Túnez o Inglaterra. Sin embargo, las intrigas y sospechas en la corte
hicieron que Felipe II percibiera un acercamiento sospechoso de Escobedo hacia
los intereses de su hermanastro.
La sorpresa llegó a la población cuando, el 31 de marzo de
1578, a las siete de la tarde de un lunes de Pascua, Juan de Escobedo fue
asesinado cerca del antiguo Alcázar por un grupo de asesinos a sueldo.
La muerte de Juan de Escobedo se enmarca en el contexto de la Leyenda Negra, y la verdad detrás de su asesinato puede que nunca se conozca por completo. Sin embargo, parece evidente que Antonio Pérez y el propio rey Felipe II estuvieron involucrados en esta trama, con alta probabilidad de que el rey, siguiendo el consejo de Pérez, haya aprobado el asesinato del secretario de don Juan. Pero, ¿cuáles fueron los motivos que llevaron a justificar este crimen de Estado?
La hipótesis de que don Juan de Austria planeaba traicionar
al rey con la ayuda de Escobedo no parece tener bases sólidas y probablemente
fue un argumento utilizado por Pérez para ocultar el verdadero motivo. ¿Qué es
lo que Juan de Escobedo sabía sobre Antonio Pérez que este último deseaba
mantener en secreto?
En este punto, entra en escena la figura de Ana de Mendoza y
de la Cerda, conocida como la princesa de Éboli, quien había enviudado de Rui
Gómez, el antiguo secretario de Felipe II. La personalidad de esta mujer ha
sido objeto de fascinación para historiadores a lo largo de generaciones. Su
misterioso rostro, marcado por un parche que cubría su ojo derecho, se vio
empañado en más de una ocasión por rumores de relaciones amorosas con Antonio
Pérez. Es posible que Escobedo haya descubierto esta relación y la utilizara
como un medio para chantajear a Pérez en beneficio de sus propios intereses.
Esto, a la larga, podría haber sido un factor que condujo al vil asesinato de
Escobedo y, pocos meses después, a circunstancias igualmente turbias en la
muerte de don Juan de Austria, el hermanastro del rey.
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